Sistema Educativo Bolivariano de Venezuela

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viernes, 15 de julio de 2011

Mariano Picon Salas, Fundador de del Instituto Pedagogico.

Mariano Picón Salas
Fundador del Instituto Pedagógico, contrató la misión de educadores chilenos vino al país. Fundador de la Asociación Venezolana de Escritores. Diplomático en Praga. En 1938 creó la Revista Nacional de Cultura. Publicó varios libros, en los que ya es el gran prosista que se destaca en todo el mundo de habla hispana. En el gobierno de Isaías Medina Angarita fundó la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central. En 1947 es Embajador de Venezuela en la República Argentina. Renuncia al caer Rómulo Gallegos. Diez años después, al volver la democracia, será Embajador en Brasil, para luego, entre 1963 y 1964 convertirse en Secretario General de la Presidencia, durante el gobierno de Betancourt.
En 1964 fundó el Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes (INCIBA). En la noche del Año Nuevo, entre 1964 y 1965, murió de repente. En Buenos Aires le habían dado el premio “Escritor de las Américas”, compartido con Victoria Ocampo, premio que me tocó recibir en su nombre. Varias veces había estado en su casa, con Mariantonia Frías, con Beatriz Gerbasi, con María Elena Coronil, Alonso Palacios, Antonio Padrón y varios de los jóvenes que entonces entrábamos tímidamente al mundo de la cultura. Oírlo hablar era tan grato como leer su prosa. Su “Viaje al amanecer” es una de las novelas más bellas que he tenido la suerte de leer. La crisis de valores de Venezuela se ve en el hecho de que sólo haya en el país un monumento dedicado a su memoria, en Mérida. Y está mutilado.
Mariano Picón Salas
Escritor, diplomático, historiador, periodista y profesor universitario. Hijo de Pío Nono Picón y Delia Salas Uzcátegui. Realizó sus estudios primarios y secundarios en su ciudad natal (1908-1918). En 1918 inició estudios de derecho en la Universidad de Los Andes, donde fundó y dirigió en compañía de Mario Briceño Iragorry y Antonio Spinetti Dini, la revista Arístides Rojas. En 1920 se trasladó a Caracas para continuar sus estudios de derecho en la Universidad Central de Venezuela, tocándole presidir el Centro de Estudiantes de Derecho. Sin embargo, en 1921, abandonó dichos estudios por problemas económicos y es designado por el ministro de Relaciones Exteriores, Esteban Gil Borges, jefe de Servicios de la Dirección de Política Internacional de la Cancillería (febrero-junio) y luego director de Política Económica (julio-noviembre). A fines de ese año de 1921 regresó a Mérida, en donde permaneció hasta junio de 1923 cuando, por razones personales, su familia tuvo que emigrar a Chile donde cursó la carrera de historia en la Universidad de Santiago, graduándose en 1927; en 1928, obtuvo en la misma Universidad el doctorado en filosofía y letras. De 1928 a 1935, se desempeñó como profesor de historia del arte y literatura general en las facultades de Bellas Artes y Filosofía de la Universidad de Chile, así como el de profesor de historia en el internado nacional Barros Arana de la capital chilena. En 1930 fundó en Santiago junto a Mariano Latorre y Oscar Vera, entre otros, el grupo literario Índice. Dirigiendo durante 2 años el vocero oficial de dicho movimiento, la revista Índice. En 1932 ocupó durante muy breve tiempo el cargo de rector de la Universidad de Chile. En febrero de 1936, regresó a Venezuela y, el 8 de marzo de ese año, fundó junto con Rómulo Betancourt, Alberto Ravell y Luis Beltrán Prieto Figueroa, entre otros, el Movimiento de Organización Revolucionaria Venezolana (ORVE), del cual fue su secretario general hasta el 15 de junio de ese año, cuando es designado superintendente de Educación.
Durante el desempeño de este cargo propuso la creación del instituto pedagógico, el cual se hizo realidad 2 meses más tarde (octubre). Miembro fundador de la Asociación de Escritores de Venezuela, es nombrado encargado de Negocios en la Legación de Venezuela en Checoslovaquia (1936-1937). A mediados de 1937 renunció al cargo diplomático y se trasladó a Chile donde permaneció hasta agosto de 1938 cuando regresó a Venezuela y asumió el cargo de director de Cultura y Bellas Artes del Ministerio de Educación (1938-1940), tocándole fundar la Revista Nacional de Cultura, cuya dirección asumió. En 1943 es nombrado agregado cultural de la Embajada de Venezuela en Washington, trabajando además como profesor visitante en varias universidades norteamericanas: Columbia, Middlebury, Smith y en la Universidad de California. Regresó a Venezuela a fines de 1944, y asumió hasta marzo del año siguiente, la dirección del diario caraqueño El Tiempo. Decano-fundador de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Venezuela (1946), es designado embajador de Venezuela en Colombia (1947-1948). En noviembre de 1948, al ocurrir el derrocamiento del presidente Rómulo Gallegos, renunció a su cargo de embajador y viajó a México como profesor visitante del Colegio de México. De 1949 a 1952 se desempeñó como profesor visitante de las universidades de Puerto Rico (1949-1951) y California en Los Ángeles (1951-1952). Director del Papel literario del diario El Nacional (1952-1954), comparte junto con Arturo Uslar Pietri el Premio Nacional de Literatura (1954). Entre 1958 y 1963, es embajador de Venezuela en Brasil (1958-1959), delegado de Venezuela ante la UNESCO en París (1959-1962) y embajador de Venezuela en México (1963), cargo al cual renunció por motivos de salud, trasladándose nuevamente a Venezuela. A su regreso fue nombrado comisionado especial de la presidencia de la República (junio, 1963), y como tal fue fundador y primer presidente del Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes (INCIBA), cargo que desempeñó hasta su muerte. Su vasto campo de actividades abarcó la poesía, la novela, el ensayo, la historia y la crítica. Publicó su primer trabajo, Las nuevas corrientes de arte, en 1917, a los 16 años de edad, y a los 20, publicó su primer libro Buscando el camino, en Chile, donde formó parte del grupo literario de la revista Índice.
Sus publicaciones se suceden, entre ellas: Formación y proceso de la literatura venezolana (1940); De la Conquista a la Independencia (1944), obra fundamental para la comprensión del proceso cultural de Hispanoamérica; Dependencia e independencia en la historia hispanoamericana (1953) y Crisis, cambio y tradición (1955), donde plantea el problema creado por la falta de equilibrio entre el desarrollo humano y el desarrollo técnico y aboga por conservar el respeto a la persona. Sus principales novelas son: Viaje al amanecer (1943) y Los tratos de la noche (1955). De los pocos poemas que se le conocen, Tres sonetos del desengaño (1965) son los más destacados.
El tema central de sus ensayos es la universalidad de la cultura hispanoamericana, establecida a partir de la reflexión sobre la identidad y destino de Venezuela e Hispanoamérica. En el campo de la historia, sobresalen sus biografías de Francisco de Miranda (1946) y Cipriano Castro (1953). Premio Nacional de Literatura en 1954, fue individuo de número de la Academia Nacional de Historia (1947). Sus restos reposan en su ciudad natal desde el 9 de octubre de 1992.
El más fino prosista de Venezuela y uno de los mejores de la lengua castellana, Mariano Picón Salas nació en Mérida de Venezuela en enero de 1901. A los 15 años ya empezaba a descollar como intelectual en su ciudad montañesa, de la que salió en 1920, al publicar su primer libro. Un par de años después, y luego de haber pasado por la Cancillería, se fue a vivir a Chile, como Andrés Bello. En Santiago estudió en el Instituto Pedagógico y se hizo Profesor de Historia, además de darse a conocer como intelectual de fuste, al extremo de llegar a ser, también (casi) como Andrés Bello, Rector de la Universidad de Chile (conjuntamente con otros dos profesores). Luego de publicar varios libros en Santiago, a la muerte de Gómez regresa a Venezuela (1936). Con Rómulo Betancourt creó el partido ORVE.
Educador - Historiador Latinoamericano
Sobre Educación y Cultura en Venezuela y América Latina
Generalmente, al tratar estos temas, a pesar de la intención autonomista, nuestro acervo teórico se nutre y discurre desde modos y esquemas foráneos, olvidando la presencia y vigencia de lo propio, especialmente de aquéllos quienes nos precedieron en la preocupación identitaria social e hicieron lo suyo en pro de sus ideales latinoamericanistas.
Esto es dramáticamente cierto en este tiempo de comienzo secular en que los dictámenes emanados del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional son los que pautan y orientan, con sus mercantiles criterios, las prácticas sociales, tanto culturales como comunicacionales en nuestros países. Y, por supuesto, las "reformas educativas, con vistas al siglo XXI", implantadas hegemónica y obsecuentemente por los gobiernos nacionales.
Incluso, para algunos tecnócratas y retransmisores de lo microscópico y funcional "pedagógico", y para otros arropados en la globalización o en el postmodernismo, resulta anacrónico, inconveniente, cuando no vergonzoso, aludir a los aportes de nuestros propios pensadores, educadores e historiadores, quienes han insistido en superar nuestra realidad educativa y cultural. Muchos conceptos importados, tales como multiculturalismo, estudios culturales, postcolonialismo, historia oral, biodiversidad, y tantos otros, han sido ya tratados con afincamiento en la propia realidad latinoamericana, desde el propio Bolívar; pero se prefiere "pensar, leer y soñar en inglés", a beber primero de las propias fuentes que han venido nutriendo nuestro imaginario colectivo.
El personaje y su formación venezolano-chilena
Luego de completar los niveles primario y secundario en su Mérida natal, arropado por la centenaria Universidad de Los Andes, MPS viaja a Caracas para estudiar Derecho (UCV); pero motivos políticos y económicos determinan que deba emigrar de su país, y vivir un largo exilio (1923 - 1936) en Chile, donde "porque llegué tan joven, se acabó de formar el hombre (1962: 1.389). Trabajó en el Instituto Nacional (inspector) y en la Biblioteca Nacional (con la ayuda solidaria de don Eduardo Barrios), mientras paralelamente estudiaba Historia en el Instituto Pedagógico (1924/1928, U. de Chile, obteniendo con distinción el título de Profesor de Estado). Don Mariano se forja y ejerce como docente-investigador en la misma "escuela" de Historia a la que pertenecieran el maestro Luis Galdames y el destacado intelectual costarricense Carlos Monge Alfaro.
De su motivación por la carrera docente nos cuenta:
"La idea de estudiar Pedagogía en Historia acaso enrumbaba por un camino útil mi nostalgia de desposeído, o convertía mi insuficiencia en deseo de servir a los demás, no sólo a través de una obra literaria presuntuosa o narcisística, sino como modesta tarea del que se pone a dialogar con un gran grupo de muchachos y a comunicarles lo que aprendió... Era llegar más allá en el oficio de escritor, porque nada tiene tanta fuerza carismática como la palabra o el ejemplo directo... Tanto como escribir he amado mi profesión de maestro... Me dio una felicidad que nunca observé en tanto turbados poderosos que ignoraban qué hacer con su hastío... Aquella profesión parecía, además, un propósito para servir a mi tierra cuando pudiera regresar..." (1983: 576)
Esta confesión es importante para comprender los roles y producciones que en el campo educativo y cultural le cupo desempeñar y gestar a don Mariano. Aquí reivindica el vapuleado rol docente en nuestras sociedades, y no sólo se identifica como profesor gratificado y gratificante sino, además, deja clara su querencia por la patria venezolana, y su percepción de la andadura chilena como "errancia" (...)
De aquellos tiempos anarquistas, ligados a la fundación del Partido Socialista de Chile (Revista "Índice"), el de Salvador Allende y Ricardo Lagos, ha quedado un catastro mnémico que muchos chilenos han desplegado en homenajes y redibujado en escritos (desde ciudad de México hasta Concepción). El perfil más completo fue realizado por Guillermo Feliú Cruz, su maestro y biógrafo (1970). Pero, tal vez, en lo real y en lo semiótico, lo más significativo durante aquella etapa haya sido su contacto con Pablo Neruda: "En la Federación de Estudiantes y en el Instituto Pedagógico encontré muchachos de las más variadas patrias americanas y me llevaron a contarles la tragedia de Venezuela... y allí vi y oí por primera vez a un joven largo, de descoyuntados pasos y de voz melancólica, que se llamaba Pablo Neruda" (1962: 1392). Y el chileno rememoró y dejó inscrito el nombre del venezolano en su universo poético: "A Venezuela amé, pero no estaba/... llamé y llamé, no respondía nadie,/ no respondió la patria sumergida/... sin encontrarla me pasé los días / hasta que Picón Salas de Caracas/ llegó a explicarme lo que sucedía" (1960: 43).
El Retorno y sus Producciones
Cumplidos recién sus 35 años, recién reinserto en Caracas, Picón Salas es designado Superintendente de Educación y, bajo el Ministerio de don Rómulo Gallegos, solicita –siguiendo el cauce de Costa Rica, en 1935– y obtiene la contratación de una Misión Pedagógica chilena (la cual se renovaría en 1938) y, casi paralelamente, funda el Instituto Pedagógico Nacional (aprobado por Decreto de 30-IX-1936). A pesar de las acérrimas y ácidas críticas tildándolo de "chilenizante" o "socializante", el instituto echa a andar, y ahorita ya ha cumplido 64 años, en su tarea formadora de docentes, con más de 16.000 egresados de todo el país.
Conflictos políticos lo aventarán nuevamente, esta vez hacia Europa, y luego nuevamente al cono Sur (Argentina y Chile), hasta que su amigo Caracciolo Parra León, entonces Ministro de Educación, lo convence para asumir la Dirección de Cultura y Bellas Artes, desde la cual funda y dirige la prestigiosa Revista Nacional de Cultura (1938). En ella escribe sus propios aportes, tanto en las sucesivas editoriales llamando a retomar la conciencia unitaria nacional y a acrecentar la Cultura, como sesudos y entusiastas artículos, plenos de "saber pedagógico".
Al compás de los altibajos antitéticos de la política, (des)viviendo su "nomadismo" a través de viajes y exilios, su patria lo nombra y lo honra, no sólo ostentó cargos y funciones públicas para su patria; fue, sin duda, uno de los escritores que mejor la expresó. Por ejemplo, así describe ese peculiar rasgo igualitario ("tuteo") que connota su carácter social: "Psicológicamente, al menos, el venezolano ha logrado –como pocos– una homogeneidad democrática" (1962: 206).
Entre los muchos juicios que se han predicado sobre don Mariano, recogemos como muestra sólo uno de ellos, el de Guillermo Sucre, encargado de la edición de sus obras en Editorial Biblioteca Ayacucho: "Ha sido el más grande fundador de empresas culturales realmente valiosas en Venezuela".
El ideario pedagógico
Las vicisitudes de la "aventura venezolana" no sólo marcaron una sólida impronta "democratista" expresa en su obra literaria sino, muy fuertemente, en su pensamiento educativo. Si bien toda su producción y acciones fueron, de suyo, aleccionadoras, con intención comunicativa y axiológica con profundo amor venezolanista y compromiso latinoamericano, una buena parte de ellas se refirieron y centraron específicamente en el campo educacional. La Educación fue siempre para MPS el problema prioritario para nuestras naciones y, en particular, para su Venezuela.
Tras la "catalepsia histórica", durante las décadas de Gómez, "el gran caimán", entendió, como ninguno, que era necesario afianzar cuantitativa y cualitativamente la educación formal e informal y la cultura popular, deber para con un pueblo acreedor, no sólo para lograr la necesaria productividad económica sino, fundamentalmente, la aún más necesaria mentalidad democrática, tras tantos años de "cesarismo". Concebía la democracia como un "problema de cultura colectiva"
Sus postulados respecto a la Educación recogen legados anteriores y se proyectan en una escala de práctica social: privilegian su sentido histórico-social y axiológico, o sea, político, y ya no meramente instruccional, tecnocrático o retórico (como plantea hoy Humberto Maturana, 1995); preconizan su necesario afincamiento como motivación psicosocial y acto intencional, tanto personal como grupal, y ya no repetición o adopción acrítica de esquemas externos (en sentido "freiriano", 1997); afirman su trascendencia humanista, en tanto forma hombres creativos e integrales, y no mecánicos consumidores en la inmanencia individualista y telemáquica (de acuerdo a lo planteado por Manuel Castells, 1998).
Hay mucho más en la producción de M.P.S., valioso y válido para afrontar los desafíos de la Educación actual en "Nuestra América" (José Martí, 1891), con diacrónica y dramática vigencia. Su preclaro y realista diagnóstico respecto a la América Latina, varias décadas mediante, continúa sin tratamiento ni pronóstico: "Sobre el contraste muy hispanoamericano de tremendas desigualdades de riqueza y miseria, de cultura e ignorancia, corre nuestro desnivel social (Suma de Venezuela, 1966: 78). Porque don Mariano Picón Salas, a la vez heredero, albacea y comunicador de lo nuestro, es tarea inconclusa y "ensayo inacabado" (J.M. Siso Martínez, 1971), debemos ir a su rescate para abonar las raíces propias y diferenciales sobre las cuales puedan construirse proyectos educativos nacionales y de la Región.
Más en profundidad, véase su aporte para la "comprensión" de Venezuela y del "misterio" de América, en su consagrada De la Conquista a la Independencia (1944), en la cual recurre al "hondón de la historia". Su concepción de la Historia recogiendo la categoría "totalidad" y el criterio "interdisciplinario", exigiendo "originalidad" y no mera copia de lo europeo (como predicaba y actuaba don Simón Rodríguez), y proponiendo la superación del "positivismo", significó un hito crítico para la historiografía venezolana; a la vez, también, un soporte para echar las bases para un proyecto educativo alternativo, social-humanista y popular, en el cual se inscribiera con la letra y con la acción de quien ejerce "esa primordial profesión de llamarse venezolano". Trascendiendo lo instruccional o tecnológico su discurso pedagógico apunta y urge al cumplimiento esencial de (re)construir las identidades nacionales y la regional, en función de valores democráticos y humanistas: "La idea ecuménica indoamericana, que ya para nosotros no es sueño de visionario, sino la única posibilidad de vivir".
Mariano Picón Salas, como otros connotados hombres-sillares de la mansión cultural latinoamericana nos lega un patrimonio de pertinencia y pertenencia acoplado a lo nuestro, no ajeno, legitimado por el idioma e historia comunes y, por tanto, resulta justo y necesario advocarlos en el momento de repensar y planificar caminos innovadores, autónomos e integrados para la Educación y la cultura en esta América morena. Caminos que, asimilando críticamente lo exógeno, no lo extrapole imitativamente ni desvalorice lo propio y sus milenarias raíces.








BIBLIOGRAFIA

• Guillermo López Gallegos http://www.literanova.net/index.php/mariano_picon_salas
• venciclopedia.com/index.php?title=Mariano_Picón_Salas –
• Luis Rubilar Solís http://www.biografiasyvidas.com/biografia/p/picon_salas.htm
• http://www.tueconomia.net/biografias-venezuela/mariano-picon-salas.php

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